domingo, 19 de diciembre de 2010

RAFO LEÒN/

La Mala Risa


Caigo rendido ante la cultura popular mexicana, esa pátina profunda de vulgaridad, cinismo existencial, picaresca, mugre y genialidad que merece todo el despectivo desprecio de un grande como Monsiváis y una auténtica legión de cronistas más jóvenes como el no tan joven periodista regimontano Jaime Avilés, autor de una investigación sobre las mafias organizadas que se dedican a meter gente a los manicomios por encargo de parientes a los que de pronto esta gente comienza a incomodar, por temas de dinero, de honra pública o lo que sea. Adoro la forma tan brechtiana y descarnada con que se pactan los acuerdos más brutales, con compromisos de santos y vírgenes y códigos de honor que no terminan siendo incompatibles con decapitaciones, machetazos, violaciones sexuales y por supuesto, el sistema probablemente más corrupto del mundo, el que está conformado por un Estado gigantesco y una trama de organizaciones criminales que ya, para decirlo con claridad, forman parte de aquél. La cosa es que ese cóctel infernal de corrupción, maldad, primitivismo y zurradera general en la ley formal, trae como consecuencia un humor, a veces voluntario a veces no, clásico según los estudios de Bakthin, espléndido en su capacidad para insuflar aguante, complicidad, distancia y oportunismo en los ciudadanos (¿), pero también realismo y esperanza, una combinación dificilísima de conseguir. Valga todo este preámbulo para recomendarle al navegante que entre a Youtube y busque AhorroCel y dispóngase a dejar de lado todos sus buenos de criterios derivados de la insoportable corrección política y permítase reír, reír con la amargura que siempre trae la mala risa pero por ser mala no es menos risa. Se trata de la expresión de homofobia más salvajemente diseñada que cualquiera pueda haber visto en un medio de comunicación, específicamente en una campaña publicitaria. No adelanto el argumento, garantizo dicha y felicidad a quien se tome el trabajo de observar una y cien veces esta muestra de lo que en el fondo somos los seres humanos, y en la forma también: caca y astromelias, ajo y zafiros (Elliot dixit), basura y oropéndolas, querubines y marranos, risa buena y risa mala, la argumentación de Satán y las Meditaciones de Kempis, la belleza y lo que no es. Por supuesto que el spot que usted verá es reprobable aunque, ¿es tan reprobable? Claro que sí, pero es un cague de risa y la risa es el primero de los derechos humanos. Porque la risa es correa, es cintura, es respuesta a la agresión con un arma que hasta Selecciones calificaba de “remedio infalible”, ¿se acuerda? Por favor, entre ya a Youtube y deléitese con el spot de AhorroCel que se produjo y emitió en el Estado de Sonora, muy poco tiempo antes de la dación de la ley que permite los matrimonios entre personas del mismo sexo en todo el país. En la contradicción está la salsa de la vida. México y Perú, hermanos de sangre, de malinches, de felipillos, de panzones bigotudos y de surrealismo con olor a fritanga callejera. Porque seamos sinceros, ¿no resultaría perfectamente coherente y normal que el mismo spot se hubiera producido, por ejemplo, en Tarapoto para una televisora local? ¿O en Pucallpa?

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