domingo, 7 de marzo de 2010

RESCATE

Teatristas y teatreros

Dafne Martos

Del 5 al 15 de agosto se llevó a cabo en la ciudad de Yurimaguas (Perú) la
Decimosexta Muestra Nacional de Teatro. Diversos grupos representativos de
todo el territorio nacional participaron en esta fiesta de encuentro e intercambio
y dieron lo mejor de sí representando a su región.
En medio del calor sofocante de la selva peruana y la fiesta patronal de la
Virgen de las Nieves, se reunieron en Yurimaguas los grupos seleccionados de
cada región para participar en la XVI Muestra Nacional de Teatro. De los
veintinueve grupos de todo el país solo llegaron a mostrar su trabajo veintidós
grupos nacionales y dos internacionales que presentaron sus montajes al público
en general y a la crítica especializada.
Uno de los objetivos que el Movimiento de Teatro Independiente (Motín)
está alcanzando es el de fortalecer y consolidar la actividad teatral en el Perú y
evaluarla permanentemente. Las muestras que se han realizado desde 1974 nos
remiten a lo que ha venido siendo el teatro a través de los años, ellas pueden dar
indicios del camino recorrido y hacia donde iremos en el futuro. Pero las huellas
dejadas nos hablan de un teatro particular, propio. No podemos comparar al
teatro peruano con los montajes extranjeros ni en las formas ni en los temas que
se plantean. Sin embargo el Perú puede mostrar a través de su arte la
pluriculturalidad de su visión del mundo.
Si algo hay que remarcar en lo que es el movimiento teatral en el Perú, es
que el teatro es la disciplina que mejor maneja los niveles de organización. No
podemos hablar de un movimiento pictórico que agrupe a los principales
representantes de cada departamento, no existen tampoco movimientos que
organicen encuentros de confrontación de danzantes. Sin embargo, a pesar de
que no existen esos espacios comunes, bulle una nutrida producción artística
individualizada.
El Movimiento de Teatro Independiente (Motín) surge como agrupación en
1974. Durante veinte años de funcionamiento ha querido ser el organismo que
represente y movilice a todos los teatristas del Perú; a partir de esa fecha y con
la facultad que tiene de convocar a todos los actores, directores y productores de
teatro ha logrado acoger las propuestas teatrales de los artistas del Perú para
ampliar el espacio de exhibición. Gracias a esto hoy podemos dar cuenta de lo
que son las representaciones teatrales en lugares tan lejanos y remotos de nuestro
país que utilizan la palabra en el idioma que manejan (castellano, quechua,
aymara o lenguas de la selva) además del lenguaje corporal para poner en escena
su cultura, sus problemas, sus visiones, sus mitos y sus sueños. Utilizando todos
los elementos culturales que nos hablan de una identidad regional, más de un
investigador social puede a partir de estas experiencias artísticas acercarse a lo
que es la realidad cultural de nuestro país.
Pero Motín no sólo funciona para organizar las Muestras nacionales, que se
efectúan cada dos años, tiene también la labor de organizar talleres de
aprendizaje, reuniones, charlas y encuentros regionales. Las posibilidades de las
muestras y la implicancia de los talleres son espacios donde todos los
participantes aprenden a partir de la confrontación y la crítica que se hace a su
montaje, sirven para enriquecer y reflexionar, para confrontar la investigación, la
teorización. Se señalan objetivamente los caminos que pueden seguir y en última
instancia cuestionan la presencia de algunos grupos.
La confraternidad de un movimiento como éste nos plantea algunas
interrogantes. ¿Hacia dónde van los teatristas peruanos? ¿para quiénes y por qué
actúan? ¿qué quieren decir con sus obras? ¿qué mueve a los grupos a participar?
¿son grupos profesionales? ¿pueden considerarse representativos de nuestro país?
Tal vez responder a estas interrogantes sea introducirnos en una discusión que no
terminará ni en las calendas griegas. Pero lo que sí se puede afirmar sin temor
a equivocarse es que la esencia misma de lo que es el teatro es la vida misma de
algunos, el canal de expresión, de movilización, de catarsis. Sin embargo no sólo
basta tener la intención de crear, expresar y transmitir expresión corporal, que
necesariamente tienen que considerarse. Para ello Motín en cada región tiene el
deber de seleccionar las mejores obras que llegarán a la Muestra nacional, la
calidad de las montajes no deberán tener diferencias abismales, de ahí la utilidad
de los talleres.

Compartiendo experiencias

La recargada labor de la mesa de críticos conformada por Imelda Vega
Centeno, Hugo Salazar del Alcázar, Alfonso La Torre, Rodrigo Montoya y Sara
Joffré (además de la esporádica participación de Aude Logger, actriz holandesa)
tuvo que apareciar, evaluar, criticar e inclusive aconsejar a los participantes. A
diferencia de otras muestras hubo una marcada ausencia de los grupos de Lima:
de los siete grupos que debían participar no fueron Pataclaun, los actores que
ponen obras de Alonso Alegría, Brequeros, Magia y Proyecto Tirulato. En su
lugar fueron los Tuquitos con el montaje La conquista, un espectáculo
desenfadado y fresco, el Mimo José Navarro y como invitada especial Delfina
Paredes, quien hizo un monólogo con su personaje Evangelina. En esta versión
de la muestra nacional de teatro se han presentado varias obras de autor, además
de las de creación colectiva. El grupo Rayku (Tacna), que tiene ahora sólo un
integrante, presentó la obra Cuando muere el caracol, unipersonal de Edgardo
Pérez (autor), que plantea la problemática de los grupos, rompiendo esquemas de
lo que es el desarrollo escénico y con una posición algo pesimista. El mimo José
Navarro (Lima) no participó en la muestra regional, pero asistió a la muestra
nacional. A pesar de que le falta perfeccionarse, su carisma logró cautivar al
público, presentó Elfumón, ¡Ay el amor!, y El Bus. El grupo Waytay (florecer),
presentó la obra Listo pa' sembrar, una obra muy bien estructurada dirigida para
niños. Sus tres integrantes, Javier Maraví (director), Anilú Chamaya y Domingo
Becerra, ingeniosamente han logrado utilizar todos los recursos teatrales de
expresión corporal, música, textos y elementos escénicos para fabular una historia
de protección ecológica con matices muy urbanos. Para agrado de muchos se
presentó el grupo Polifacético Aypena (Jeberos-Yurimaguas) con la obra El
rescate. El rigor de la crítica no podía aplicarse a un grupo que tiene el origen
de un teatro de memoria de las lenguas nativas. La escritura del relato nos habla
de la historia misma de la comunidad; es un documento vivo de las luchas y
pugnas por el poder de los nativos selváticos, quienes no actúan sino viven su
propia historia. Especial reconocimiento merecen todos los actores, jóvenes y
mayores, dirigidos por Carlos Antonio Dávila que han hecho un gran esfuerzo al
viajar varios días por el río para presentar su trabajo. De la región Oriente se
presentó también Daphne Viera, del grupo Pukamachky de Iquitos, con el
monólogo La embarcada', la trama parte de una realidad ribereña, tomando
elementos que identifican situaciones que se dan en la Amazonia como el
abandono de la mujer ultrajada; el grupo Duik Múun (Iquitos) con la obra Que
pare la lluvia; Ikaro con la obra Al borde del silencio, y el grupo Yurimaguas
(Pepe Ordónez, director y organizador de la muestra) con el montaje Naha.
El grupo Arenas de Yurimaguas trabajó una obra que parte de la creación
colectiva y tiene como objetivo principal la exaltación para modificar la realidad
del campesino a partir de la unión, como se intentaba hacer en los años 70 con
el teatro político. Los mensajes emblemáticos no han tenido la mejor vía para
la puesta en escena por algunas deficiencias en la actuación y el incipiente uso
de los recursos técnicos.
A pesar de las diferentes temáticas entre los grupos de Oriente, parece ser
que paulatinamente—ya desde la anterior muestra se viene dando—el teatro de
la Selva está tomando una identidad propia.
El grupo Arenas y Esteras, de Villa El Salvador, presentó la obra La carreta
de la esperanza. Sus integrantes, Arturo Mejía (director), Ana Sofía Pinedo
Toguchi, Ramiro García y Enrique Valdez, nos hablan desde la comunidad de
Villa El Salvador, presentan un espectáculo agridulce, se disfrazan de payasos
para narrarnos una realidad muy dura. Recorren el mundo con una carreta de
esperanzas de donde sacan razones para continuar viviendo. La utilización de
elementos, arquetipos y estilos muy urbanos y cotidianos le dan la agilidad
necesaria para que argumentalmente la obra tenga acogida, tal vez la utilización
excesiva de elementos que identifican la vida de Villa El Salvador recarguen
mucho lo que es la propia historia.
El grupo Teatrín de lea, presentó la obra de Jairo Aníbal Niño El Monte
Calvo, y sus integrantes tuvieron que luchar con problemas luminotécnicos que
hicieron que decayera la puesta en escena. De Trujillo se presentó el grupo
Mochik, con Monólogo desde las tinieblas.
Las obras que mejor estuvieron trabajadas fueron quizás las de Huancayo.
Tanto Barricada como Llaqtaymanta, ambos grupos con líneas muy distintas
(manejo poético y manejo de las danzas costumbristas) hicieron que todos los
espectadores nos deleitáramos con su trabajo. Llaqtaymanta (de mi pueblo, de
mi tierra) trabajó la obra Qachua, una historia de amor que surge en el trabajo
de la comunidad. La obra que parece del género pastoril logra redondearse
gracias a la música, el canto, las danzas y la muy bien construida historia. La
directora y autora Edith Vargas Alarco ha logrado que su grupo, que nació de la
danza, maneje ahora elementos teatrales. La conjunción de ambas artes ha hecho
de esta pieza un fresco y agradable montaje. El grupo Barricada, bajo la
dirección de Enrique Valentín, ha construido un montaje con un perfecto empleo
del texto poético y una clara intención argumentai que conduce a la utilización
del teatro como espacio de reflexión. La obra de Valentín Voz de tierra que
llama, es puesta en escena por la joven actriz Dina Buitrón Sanabria, quien,
manejando con destreza su voz y su cuerpo, representa profesionalmente una
propuesta estética que nos brinda metafóricamente una fiesta esperanzadora a
partir del retorno y reconstrucción. Interactúan códigos huancas que se articulan
con un argumento simbólico.
Yatirí (Puno) presentó la obra Hatun Yachaywasi (Gran casa del saber),
utilizando una forma simple de teatro pero con argumentos complejos, aunque el
montaje parece ser que está en una fase preliminar.
El Color de la Forma (Andahuaylas) presentó la obra Rasuñiti, una
adaptación del cuento de Arguedas. Tal vez el exceso de escenas hizo que la
historia no se desarrollara en forma cabal, sin embargo, la utilización creativa de
muchos elementos, como la división física del espacio, nos da luces de lo que
podrían desarrollar mas adelante como grupo.
Luego de agotadoras jornadas de trabajo durante la muestra y el Tercer
Congreso Nacional, se acordó que la próxima muestra nacional sea en Huancayo,
y el Carguyoc, el grupo Barricada. El congreso ratificó a Yady Collazos como
presidenta de Motín-Perú por su dedicada labor para llevar a cabo todas las
actividades, y ha elegido un comité de apoyo conformado por Ricardo Velázquez,
del grupo Brequeros; Carlos Padilla de Comunidad de Lima, y la mesa de críticos
de la Decimosexta Muestra Nacional. Al próximo taller nacional de formación
teatral asistirán delegados de todo el país y el tema que se tratará es el de la
historia y la memoria teatral de las dos últimas décadas.
Lima, Perú

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