martes, 24 de agosto de 2010

MARIO BENEDETTI



Por Gonzalo Valdés Medellín

Con tu quiero
Y con mi puedo
Vamos juntos
Compañero


Mario Benedetti

¡Ah, qué Benedetti... !Ya te tenías que ir... Pero te quedas, ya sabes, con todos nosotros...


No queda más que decirte: ¡”Gracias por el fuego” de tu literatura!


Siempre provocador de controversias, Mario Benedetti (1920-2009) fue sin duda uno


de los escritores más exitosos (por leídos, por seguidos, por encumbrados en el gusto del público)


del llamado boom latinoamericano. Para los jóvenes de la generación de los 70, la lectura


de Benedetti resultaba obligada. Sobre todo La tregua, que era una especie de salvoconducto


al mundo literario por su gran fuerza narrativa y asombroso ritmo dramático, sustentado todo


en una inmarcesible ideología izquierdista. El mundo de los oficinistas y los burócratas, del


trabajo enajenado, en contraposición con el amor maduro por la juventud encarnada en Laura


Avellaneda; la homosexualidad descubierta de un hijo al que el narrador — dice — “preferiría


muerto a homosexual”, hicieron que La tregua fincase hondas raíces en la conciencia popular


de los 70. Pero no sólo eso propulsó la figura del escritor Benedetti como uno de los más


allegados a la gente común: sus cuentos Montevideanos, La muerte y otras sorpresas, Con y


sin nostalgia… O poemarios como Inventario, Letras de emergencia, Cotidianas… así como su


ensayo emblemático El escritor latinoamericano y la revolución posible, dotaron a Benedetti


de un perfil contestatario y vigoroso en el panorama de la literatura iberoamericana. Su novela


Quién de nosotros… aún conserva la diafanidad de un texto escrito con la sangre de la pasión


y el amor… como la gran mayoría de su producción literaria.


Tanto es así que el cine, el teatro y la música no tardaron en apropiarse de la obra


del uruguayo, caso de La tregua, dirigida por Sergio Renán, nominada al Óscar en 1974 como


mejor película extranjera; galardón que obtuvo finalmente el italiano Federico Fellini con


Amarcord. Los motivos de Benedetti seguirían siendo enfocados por el cine en los filmes El


lado oscuro del corazón (Eliseo Subiela, 1992), o en la muy desafortunada y superficial versión


mexicana de La tregua (Alfonso Rosas Priego, 2003) interpretada, paradójicamente, por un


espléndido Gonzalo Vega.


La música cobijó a Benedetti en la voz de la argentina Nacha Guevara y la música


y arreglos que a sus Canciones de amor y desamor hiciera el compositor Alberto Favero,


a mediados de los años 70. Temas, poemas cantados, como Te quiero (“…tus manos son mi


caricia, mis acordes cotidianos, te quiero porque tus manos trabajan por la justicia… tu boca


que es tuya y mía, tu boca no se equivoca, te quiero porque tu boca sabe gritar rebeldía…”) y


Todavía (“Y si beso la osadía y el misterio de tus labios, no habrá dudas ni resabios, te querré


7 Cedido gentilmente por su autor, este artículo apareció por primera vez en el suplemento “La


Cultura en México”, del semanario mexicano Siempre!, domingo 24 de mayo de 2009.



13


más, todavía…”), quedaron como huella indeleble en la educación sentimental de mucha gente


que aún hoy puede estremecerse al recordar aquellos estribillos entonados por la impactante


voz de Nacha Guevara. Joan Manuel Serrat también cantó a Benedetti: El sur también existe


(1985).


En el teatro, la presencia de Benedetti también fue constante, pero sobre todo


con dos de sus obras: Ida y vuelta (1963) y Pedro y el Capitán (1979), ésta caballito de batalla


de las escuelas de teatro, y en donde el dramaturgo incide con un juego de alteraciones psicológicas


en la compleja relación entre víctima y verdugo, para hacer todo un estudio agudo


de los juegos de poder y finalmente de la vulnerabilidad del hombre frente a la violencia. El


reportaje (1958) fue su primera obra teatral y sería justamente en 2008, cincuenta años después,


que escribiría su última pieza escénica: El viaje de salida; ambas obras no se han visto


en escenarios mexicanos, no así Pedro y el Capitán, que ha superado los centenares de representaciones


en diversos montajes sembrados en todo lo ancho y largo del territorio mexicano


(e incluso latinoamericano). Ida y vuelta también se ha presentado con relativa regularidad. El


suyo es un teatro de índole realista, muy cercano al costumbrismo y, por los temas que toca,


muy inclinado hacia la tremenda lucha de clases, hacia la crítica a la oligarquía, a las dictaduras


(militares o no) y, en suma, hacia todo aquello por lo que el escritor luchó durante toda su


vida, desde la palabra denunciante y la acción inconformista.


A principios de los 80, conocí a Benedetti en la Feria del Libro del Palacio de Minería;


le dije ahí que yo había osado adaptar al teatro un cuento suyo que tocaba el tema de la guerrilla


urbana, “La colección”, de Con y sin nostalgia, para uno de mis exámenes de la Escuela


de Arte Teatral del INBA. “Pues sí que es osado usted. ¿Y lo presentó solo o con algo más… lo


presentó con o sin nostalgia?” Le expliqué que había armado un programa con “La mujer que


llegaba a las seis” de Ojos de perro azul de Gabriel García Márquez y otro cuento de Ricardo


Garibay… “¿Qué no hay dramaturgos en México?”, me dijo. “¿Por qué adaptan cuentos?” Sin


amedrentarme por lo que me decía Benedetti, le dije: “Bueno, lo que yo quisiera es pedirle


permiso para en un futuro montarlo profesionalmente.” “¿Permiso? ¿Quiere que yo le dé permiso?


Si ya lo hizo vuélvalo a hacer, a mí qué me dice”. Nunca lo volví a hacer, aun cuando tengo


guardada la adaptación y, tal vez, por qué no, en algún momento… Quepa decir que nunca


jamás volví a encontrarme con Benedetti, desde aquel entonces en que acaso tendría yo 17 o


18 años, aunque seguí leyéndolo espaciadamente, pero siempre con una inevitable reverencia


hacia su discurso humanístico y libertario.


En el caso de adaptaciones de novelas de Benedetti al teatro, vale mucho recordar


la estupenda versión de Primavera con una esquina rota, puesta en los 90 en el Teatro Orientación


de Bellas Artes, en la Ciudad de México, que retomaba con pericia y fuerza el aliento


novelístico de esta que es, quizá, una de las novelas más logradas del autor de Gracias por el


fuego y El cumpleaños de Juan Ángel (poema de sobrecogedora y extraordinaria penetración


humana).


Mario Benedetti siempre permaneció y permanecerá vigente. Discutido, controvertido,


amado y odiado por igual, hoy el autor de Adioses y bienvenidas se ha ido. Su obra queda


grabada entre las mejores páginas de la literatura latinoamericana del siglo XX. Indudablemente,


el mejor homenaje a su memoria será releerlo, reencontrarlo, revisitarlo, revalorarlo.


¡Descanse en paz Mario Orlando Hamlet Hardy Brenno Benedetti Farugia!


24 de mayo de 2009


IN MEMORIAN. URUGUAY

No hay comentarios:

Publicar un comentario