Armando Robles Godoy, que fuera director del teatro nacional, en cuyo ejercicio el hoy abandonado Teatro Sebastián Salazar Bondy (La Cabaña) se habilitó como tal y se formó una Compañía Ambulante de Teatro que recorrió todas las ciudades principales de la costa norte del país de Huacho hasta Tumbes. Armando, director de cine y permanente animador de la vida cultural, excelente cuentista y tantos méritos que sería largo enumerar se encuentra en un estado delicado que requiere cuidado especial. Su situación ha servido para que reparemos lo abandonados por la seguridad social que están los artistas.
Por otra parte, habrán leído la carta de Martín Molina sobre la agresión policial de que fueron objeto los asistentes a un concierto en El Averno, local al que le rompieron la puerta y trataron de presentar como un antro de expendio y consumo de drogas. Por cierto los del destacamento no eran los policías a los que debemos respetar que parece que cada día son menos o cada vez son menos los jefes capaces de inculcar a sus subalternos sentido del respeto por el ciudadano a cuya protección están destinados y no a tener que sufrir sus prepotentes abusos de autoridad. Leyla Moore, vicepresidenta de El Averno fue el chivo expiatorio que sufrió en carne propia la agresión de las fuerzas del desorden y además fue detenida y llevada en un carro celular lleno de personas de mal vivir a la comisaría donde fue dejada en libertad al darse cuenta de que estaban equivocados. Lo que no quita que su error los había llevado a maltratarla "a priori". Porque la policía en el paìs pega y luego escucha.
Dos casos aparentemente aislados y sin embargo unidos por el sutil puente de la dignidad profesional, de los derechos conculcados y de lo limitada que es la llamada ley del artista y la creación del Ministerio de Cultura (Traje arlequinesco parchado con disímiles entidades más o menos eficientes). En el Perú hasta la fecha la cultura existe y se renueva por el esfuerzo particular de sus cultores. Armando Robles Godoy ha entregado su energía e inteligencia al cine y al teatro nacionales; la señora Leyla Moore mantiene en Lima un centro cultural de gran afluencia juvenil.
Pero ambos son ignorados por las autoridades y pòr la ley y son ofendidos en su dignidad.
Peruteatro es más que una cadena de buena voluntad. Es nuestro centro de diálogo maduro y alturado. ¿Qué podemos hacer los miles que se dice que somos reunidos y planteando las acciones concretas e inmediatas para que no se vuelvan a repetir casos como estos?
No es un favor lo que espera Armando Robles Godoy. Tampoco lo es las disculpas que debe dar la fuerza policial a la señora Leyla Moore y pagarle la puerta que rompieron sus efectivos.
En la medida en que el arte es siempre docencia de humanidad comencemos a enseñar a nuestras autoridades que mientra sean ocasionales funcionarios aprendan a respetar a quienes son y seguirán siendo cuando ellos dejen de ser funcionarios los creadores, renovadores y ejecutores de la cultura en el Perú.
Fraternalmente
--
Ernesto Ráez Mendiola
No hay comentarios:
Publicar un comentario