UN RECUENTO JUSTO Y NECESARIO
Segundo Coloquio de Estudios de Teatro, Drama y Performance
Es fundamental para el desarrollo del teatro en el Perú generar espacios de discusión sobre los temas que más nos inquietan del quehacer teatral. Esta semana frente a la iniciativa de Carlos Vargas se celebró el Segundo Coloquio de Estudios de Teatro, Drama y Performance en la generosa Asociación Peruano Japonesa (APJ). Fueron programadas veinticuatro pero sólo pudimos escuchar veintiún ponencias. Los ausentes fueron Miriam Reátegui, Walter Cáceres y Mary Soto. Aún así puedo decir que este importante evento fue un éxito, no sólo por la calidad de los ponentes sino por el hecho mismo de reunirnos durante cuatros días y aproximadamente quince horas de compartir la palabra.
Se presentó la Revista Virtual Memoria Teatral (www.memoriateatral.com), donde además podemos encontrar algunas de las ponencias del Primer Coloquio, e interesantes reflexiones académicas y algunas testimoniales de nuestro teatro. Igualmente se anunció la publicación de la Revista Muestra 20, donde se aplaudió el incansable esfuerzo por mantener viva la memoria del teatro escrito contemporáneo que Sara Joffré defiende con cada número. También pudimos compartir algunas publicaciones de la revista teatral El Apuntador de nuestro país vecino Ecuador. La responsable de que llegue a nuestras manos fue Verónica Peñafiel de la Universidad Simón Bolivar de Quito, quien nos habló de cómo la estética que maneja el teatro de hoy (teatro de grupo) está directamente influenciada por los maestros Brecht y Boal. Inmediatamente después habló Iván Iparraguirre de Teatro Pasmi de Santiago de Chile, y contó su experiencia con las comunidades marginales donde el teatro es un vehículo humanizador y democrático que permite reinventar la vida misma. Funa, le llama.
Una constante de este coloquio fue la necesidad de teorizar sobre el trabajo escénico para luego poderlo llevar a una praxis más honesta y efectiva. Ese fue el punto de partida que usó Beto Romero de Teatro de la Resistencia, para disertar sobre la función del escenógrafo y su capacidad de resolver, desde el concepto hasta la realización, el planteamiento escénico del espacio como un conjunto de instancias que se tejen. El sociólogo Javier Garvich, dio una rápida mirada histórica al fenómeno teatral en el Perú haciendo una suerte de interpretación de su devenir actual.
Los testimonios, en la mayoría de los casos, fueron el móvil de las ponencias. Nos encontramos con Luis Alberto Sánchez de Muchik Teatro, contando su experiencia teatral en Yurimaguas en plena época de guerra y de cómo logró mantener viva a la comunidad a través del teatro y sus costumbres. Tuve el enorme privilegio de compartir la mesa con Fredy Frisancho de Audaces Teatro, quien a modo de discurso reseñó cuarenta años de labor incansable en Arequipa. Su calidez, su voz potente y su defensa radical al teatro colectivo servirán de inspiración para reinventar el futuro de mi grupo Espacio Libre.
Otra característica de este evento fue la íntima relación de la pedagogía con el teatro o viceversa. Percy Pinto de Pucayacu Teatro, Arturo Valero y Daniel Vera de Teatro Juego en las Tablas, disertaron sobre el protagonismo del teatro en la educación y en la infancia, hablaron del juego como vehículo de aprendizaje. Luis Orna de Teatro Cajaylu y Nelly Pilares de la Universidad de Minnesota prepararon ponencias sobre Pedagogía Teatral en Educación Inicial y El teatro como herramienta para mejorar el lenguaje, respectivamente.
No podría terminar este recuento sin nombrar a Ivonne Barriga y su reflexión sobre el Taki Oncoy. A Antonio Quispe de Infinito por ciento hablando de los títeres del grupo Madero. A Ricardo Morante y su experiencia en Aqualuna. A Anabelí Pajuelo con el proyecto Puckllay de la Asociación Generarte. A Rubén Quiroz y su investigación literaria de la antigua y nueva dramaturgia peruana. A Richard Leonardo de la Universidad Nacional Federico Villareal. A Alfredo Bushby con su gran capacidad analítica y democrática. Y a Luis Paredes y a su resuelta convicción de que el teatro de grupo sigue estando vivo en el Perú.
Finalmente este coloquio no hubiera sido posible sin la presencia y gestión de Carlos Vargas, quien desde la Universidad de Minnesota, nos sigue inquietando con sus preguntas, nos sigue invitando a compartir alrededor del teatro y de una locuaz taza de café. Ahora regresamos a la realidad de lo cotidiano, se ha hecho visible que necesitamos mirar al teatro que se hace en el interior, no con respeto caritativo si no más bien como ejemplo de resistencia. Por otro lado, hemos aprendido que es importante armar juntos una nueva memoria que cuente con honestidad la historia y nos permita reconocer nuestra identidad como teatro independiente y de grupo. Sin duda, sabemos que nuevas formas de organización, de estética y de fondo nos llaman a fomentar un teatro más solidario y más limpio. El teatro peruano existe y de eso no tenemos dudas.
Hasta el próximo coloquio.
Diego La Hoz
Director y fundador de ESPACIO LIBRE teatro contemporáneo
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