miércoles, 27 de mayo de 2009

MI VALLEJO

Vallejo de Arrau

Escribe Luis Paredes

En el Auditorio de Miraflores, se encuentra en temporada Mi Vallejo, una obra de Sergio Arrau, con la actuación de Reynaldo Arenas. La obra no es una sorpresa en la cartelera teatral limeña, pues ya otros autores y otros elencos han elaborado el tema, casi con la misma destreza que el dramaturgo que nos ocupa.
Mi Vallejo, es un unipersonal, que como su nombre lo indica tiene el ingrediente principal de presentar fundamentalmente a un actor, que tiene su particular forma de enfocar las vivencias de su personaje. En este caso Reynaldo Arenas, que es un actor de larga trayectoria, que ya muestra un estilo propio y una manera muy personal de abordar los distintos personajes que asume.
La obra muestra una serie de secuencias donde el centro indudablemente es Vallejo, únicamente acompañado de unos títeres, que hacen las veces de interlocutores del poeta. En este caso se trata de la habilidad y talento de Angel Calvo, que con su conocida Nicolaza hace de parteniere de Reynaldo.
La poesía de Vallejo es el gran ingrediente de la obra, además de los textos más o menos revolucionarios que escribió. Sin embargo, cierta dosis de displicencia frente a la obra del poeta, exsuda la puesta de Sergio Arrau. Pareciera que la poesía y particularmente esta poesía de Vallejo no colmara las exigencias del director de teatro, que sentimos que no le dá el nivel que se merece. En otros momentos la tensión del actor es justa para remarcar el sentimiento del que hacía gala Vallejo para construir tan inolvidables textos poéticos...
La vivencia del vate, sin embargo, no deja de ser relevada de manera no tan insegura por la puesta en escena; extrayendo de secuencias casi sin relieve poético una lecciones de vida realmente impresionantes.
Todavía esperamos al biógrafo que plasme en escena la vida (también, por qué no) poética del autor de Poemas Humanos. Empero la aproximación de Arenas-Arrau no resulta desdeñable; es una aproximación no cínica, más bien honesta y sincera. Vemos como el autor se autocritica al hacer reaccionar a Vallejo como un personaje pirandeliano y despotricar en contra de quien le ha puesto “semejantes” expresiones en su boca.
El metateatro de Arrau funciona para Vallejo; quien también ideó para su teatro una atmósfera donde lo humano se expresara con todas sus envolturas vitales.
Mi vallejo, no deja de ser una manera inteligente y sentida de aproximarse a las vivencias de un poeta que nos ha marcado tanto. No sólo, nos dejo huella, en cuanto a lo literario, sino que en lo humano dejó una manera profunda y taciturna de mirar el mundo, la cual nos acompaña hasta el presente.

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