LECTURAS DRAMÁTICAS DE LA CASONA; UN REENCUENTRO CON LA TRADICIÓN
Luis Paredes
A propósito de Lecturas Dramáticas de Teatro Peruano, que realiza el Teatro de San Marcos, todos los tercer miércoles de cada mes, bajo la tutela de su director Ernesto Ráez, se me ocurre reflexionar acerca de este hecho, siempre en el contexto en que vivimos.
En el Perú hemos experimentado una tradición teatral soterrada y sorda por el mismo hecho de las pocas veces que hemos vuelto sobre ella.. El maestro Ráez lo ha considerado así y por ello ha sabido elaborar un recorrido por lo más “marcante” de la Historia del Teatro Peruano (tema además que le es muy cercano por haberlo dictado en un sinnúmero de cursos y seguirlo dictando). Con “marcante” quiero decir que es, en buena cuenta, lo que ha dejado una huella, un derrotero que puede ser pasible de un rastreo.
Elementos como los encontrados en las primeras lecturas nos hacen pensar en la honda huella peculiar de lo peruano en las obras. Características claras y distintas que hacen de la manifestación dramática un modelo para encontrar los rastros de su influencia con el paso del tiempo.
Los ojos demasiado vueltos hacia el exterior de muchos teatristas peruanos no les ha permitido ver la riqueza de lo nuestro y en este sentido va el rescate de Lecturas Dramáticas de Teatro Peruano.
No solo se trata de autores, son en suma; estilos, géneros que se rescatan de la noche de los tiempos y se ponen sobre el tapete para ser objeto de análisis y por qué no de disfrute.
A pesar de todo en el contexto del teatro peruano lo propio va siendo objeto de una mirada valorante y respetuosa. Cosa que no ocurría anteriormente. Parecida filosofía del teatro he posido percibir en Alberto Isola, Ruth Escudero, Ismael Contreras, por citar a tres teatristas peruanos donde los textos de autores peruanos no han sido rehuidos en ningún momento y antes ha proporcionado versiones interesantes y respetuosas de los mismos.
Autores como Pio Campos, que configura otro final al Ollanta tradicional o autores que recogen todo el legado quechua para configurar escenas llenas de una telúrica moral andina.
Este sería el caso de Inocencio Mamani que nos realiza una obra llena del humor andino y ancestral y con motivos muy campesinos: Tukuipac Munashkan (Querida por todos).
Desconocidos eruditos de la cultura peruana, como es el caso de El Lunarejo, que también escribió teatro y de buena factura
Todo esto nos hace pensar en personalidades que consolidaron una presencia sabia en los escenarios. Convocaron sus ideas alrededor de unas leyendas y mitos muy propios y supieron hacerlos vivir entre nosotros .Esta sabiduría ha sido escogida en las anteriores lecturas de La Casona, y por ello voy a seleccionar partes interesantes de los textos escritos con ocasión de su presentación.
Uno de los textos pertenece a Ricardo Silva- Santiesteban:
(La obra fue: Wanca del fin de Atauwallpa):
Una característica de esta pieza, que se percibe desde el comienzo de la misma, es su sentido cósmico, del que habló en forma elocuente José María Arguedas como peculiar de la poesía y el alma quechuas. Estas notas resuenan desde los primeros parlamentos de Atauwallpa y de las ñustas que actúan como coro, con toda seguridad, cantaba y, probablemente, también desempeñaba funciones de danza.
Con respecto al Ollanta de las primera lecturas, también mucho se puede decir; que el tema por ejemplo es inca y la forma española que ha sido el tópico en que han coincidido muchos estudiosos. Përo veamos lo que nos dijo Gullermo Ugarte Chamorro en el progama que se repartió el día de su lectura:
Compuesto en tiempos de los incas o durante el periodo colonial; escrito por el párroco de Sicuani don Antonio Valdez o por cualquier otro dramaturgo criollo, mestizo o indígena; conservado en su prístina pureza o notablemente alterado por adaptadores y copistas; basado en personajes y hechos históricos en antiguas leyendas y cantares incaicos o en sucesos históricos-tradicionales del viejo Perú; representado o no ante los últimos incas o las huestes revolucionarias de Tupac Amaru, el Ollantay es, en todo caso y, sin duda alguna, el más alto monumento de la literatura quechua y la obra teatral peruana más difundida en el mundo.
Después tuvimos la lectura de la obra de Inocencio Mamani: (Cito el programa)
Perteneció al grupo Orkopata (cima del cerro) que fue expresión de nuestras raíces ancestrales. Orkopata fue liderado por Gamaniel Cuarta y tuvo varios órganos de ejecución: La Compañía Teatral Orkopata, que estuvo dirigida por Eustaquio Rodríguez Aweranka. La Sociedad Vernacular Orkopata, de música y danza, y el Grupo Intelectual Orkopata, de literatura.
Con pie firme se penetra en el teatro de la etapa Virreynal, nada menos que con Fray Francisco Del Castillo (El ciego de La Merced), con su obra Farsa de Justicia y Litigantes;
El humor de que hace gala este autor puede descubrirse en medio de un castellano ahito de arcaísmos y su visión socarrona conmueven por sus signos de autenticidad.
Este reencuentro con la tradición sirve además para perfilar con mayor fuerza un salto hacia lo moderno, porque nos informa de todo lo que hemos recorrido y las formas que hemos inventado y adecuado a nuestra particular manera de “teatrar”, como diría D_AMORE.
Luis Paredes
A propósito de Lecturas Dramáticas de Teatro Peruano, que realiza el Teatro de San Marcos, todos los tercer miércoles de cada mes, bajo la tutela de su director Ernesto Ráez, se me ocurre reflexionar acerca de este hecho, siempre en el contexto en que vivimos.
En el Perú hemos experimentado una tradición teatral soterrada y sorda por el mismo hecho de las pocas veces que hemos vuelto sobre ella.. El maestro Ráez lo ha considerado así y por ello ha sabido elaborar un recorrido por lo más “marcante” de la Historia del Teatro Peruano (tema además que le es muy cercano por haberlo dictado en un sinnúmero de cursos y seguirlo dictando). Con “marcante” quiero decir que es, en buena cuenta, lo que ha dejado una huella, un derrotero que puede ser pasible de un rastreo.
Elementos como los encontrados en las primeras lecturas nos hacen pensar en la honda huella peculiar de lo peruano en las obras. Características claras y distintas que hacen de la manifestación dramática un modelo para encontrar los rastros de su influencia con el paso del tiempo.
Los ojos demasiado vueltos hacia el exterior de muchos teatristas peruanos no les ha permitido ver la riqueza de lo nuestro y en este sentido va el rescate de Lecturas Dramáticas de Teatro Peruano.
No solo se trata de autores, son en suma; estilos, géneros que se rescatan de la noche de los tiempos y se ponen sobre el tapete para ser objeto de análisis y por qué no de disfrute.
A pesar de todo en el contexto del teatro peruano lo propio va siendo objeto de una mirada valorante y respetuosa. Cosa que no ocurría anteriormente. Parecida filosofía del teatro he posido percibir en Alberto Isola, Ruth Escudero, Ismael Contreras, por citar a tres teatristas peruanos donde los textos de autores peruanos no han sido rehuidos en ningún momento y antes ha proporcionado versiones interesantes y respetuosas de los mismos.
Autores como Pio Campos, que configura otro final al Ollanta tradicional o autores que recogen todo el legado quechua para configurar escenas llenas de una telúrica moral andina.
Este sería el caso de Inocencio Mamani que nos realiza una obra llena del humor andino y ancestral y con motivos muy campesinos: Tukuipac Munashkan (Querida por todos).
Desconocidos eruditos de la cultura peruana, como es el caso de El Lunarejo, que también escribió teatro y de buena factura
Todo esto nos hace pensar en personalidades que consolidaron una presencia sabia en los escenarios. Convocaron sus ideas alrededor de unas leyendas y mitos muy propios y supieron hacerlos vivir entre nosotros .Esta sabiduría ha sido escogida en las anteriores lecturas de La Casona, y por ello voy a seleccionar partes interesantes de los textos escritos con ocasión de su presentación.
Uno de los textos pertenece a Ricardo Silva- Santiesteban:
(La obra fue: Wanca del fin de Atauwallpa):
Una característica de esta pieza, que se percibe desde el comienzo de la misma, es su sentido cósmico, del que habló en forma elocuente José María Arguedas como peculiar de la poesía y el alma quechuas. Estas notas resuenan desde los primeros parlamentos de Atauwallpa y de las ñustas que actúan como coro, con toda seguridad, cantaba y, probablemente, también desempeñaba funciones de danza.
Con respecto al Ollanta de las primera lecturas, también mucho se puede decir; que el tema por ejemplo es inca y la forma española que ha sido el tópico en que han coincidido muchos estudiosos. Përo veamos lo que nos dijo Gullermo Ugarte Chamorro en el progama que se repartió el día de su lectura:
Compuesto en tiempos de los incas o durante el periodo colonial; escrito por el párroco de Sicuani don Antonio Valdez o por cualquier otro dramaturgo criollo, mestizo o indígena; conservado en su prístina pureza o notablemente alterado por adaptadores y copistas; basado en personajes y hechos históricos en antiguas leyendas y cantares incaicos o en sucesos históricos-tradicionales del viejo Perú; representado o no ante los últimos incas o las huestes revolucionarias de Tupac Amaru, el Ollantay es, en todo caso y, sin duda alguna, el más alto monumento de la literatura quechua y la obra teatral peruana más difundida en el mundo.
Después tuvimos la lectura de la obra de Inocencio Mamani: (Cito el programa)
Perteneció al grupo Orkopata (cima del cerro) que fue expresión de nuestras raíces ancestrales. Orkopata fue liderado por Gamaniel Cuarta y tuvo varios órganos de ejecución: La Compañía Teatral Orkopata, que estuvo dirigida por Eustaquio Rodríguez Aweranka. La Sociedad Vernacular Orkopata, de música y danza, y el Grupo Intelectual Orkopata, de literatura.
Con pie firme se penetra en el teatro de la etapa Virreynal, nada menos que con Fray Francisco Del Castillo (El ciego de La Merced), con su obra Farsa de Justicia y Litigantes;
El humor de que hace gala este autor puede descubrirse en medio de un castellano ahito de arcaísmos y su visión socarrona conmueven por sus signos de autenticidad.
Este reencuentro con la tradición sirve además para perfilar con mayor fuerza un salto hacia lo moderno, porque nos informa de todo lo que hemos recorrido y las formas que hemos inventado y adecuado a nuestra particular manera de “teatrar”, como diría D_AMORE.
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